Comentario
La miniatura recorre un camino paralelo, pero diferente. Nunca en Flandes se habían iluminado tantos libros como ahora. Probablemente, en ningún lugar de Europa había sucedido lo propio. Sin embargo, una nueva situación se ha creado desde que pinta Van Eyck. No son los miniaturistas los que marcan los puntos más altos, ni las novedades de lenguaje, sino los pintores sobre tabla. Como siempre, muchos dominan ambos soportes y técnicas. Van Eyck parece haber trabajado en las "Horas de Turín". A Van der Weyden se atribuye el frontispicio de un ejemplar de las "Crónicas de Hainaut" de la Biblioteca Real de Bruselas. Se rastrea la contribución de Gerardo David en dos "Libros de Horas". El miniaturista anónimo bautizado con el nombre de Maestro de María de Borgoña está muy próximo a Van der Goes y Justo de Gante. En definitiva, que la ósmosis entre ambos campos se mantiene, pero el predominio corresponde a la pintura sobre tabla. Numerosos talleres se abren y trabajan intensamente en proyectos diversos. Algunos son de gran empeño y resultado de encargos de altos personajes, por tanto de temas muy cambiantes. Es el caso del Girard de Rousillon de la Biblioteca Nacional de Viena, directamente debido a la voluntad de Felipe el Bueno, duque de Borgoña, que con la resurrección de un texto antiguo ponía sobre la mesa un asunto de cariz político que protagonizara un supuesto antecesor suyo y que tenía relaciones con la situación que vivían entonces Francia y Borgoña. Los artistas se esmeraron en un gran manuscrito de lujo, aunque la miniatura de presentación se hizo sobre un modelo que parece provenir del taller de Weyden.Pero lo que caracteriza la producción flamenca es el inmenso número de "Libros de Horas" que se realiza, en la mayor parte de las ocasiones, en una producción que se pone a la venta después de terminado. Esto es, un nuevo sistema de relación cliente-artista, en el que éste dispone de un remanente de piezas que pone a la venta y es adquirido por el cliente satisfecho, que se limita a añadir sus armas en algún lugar dejado en blanco a ese efecto por el artista. Esto redunda en pérdida de calidad general, aunque el buen oficio que también poseen los miniaturistas atempera la degradación relativa. No hay duda que en algunos casos esa situación es más evidente, como en las "Horas del taller de Vrelant" (ese nombre se pone a un número de manuscritos que deben proceder de otros talleres afines).Pero también son normales los talleres donde el nivel es más alto y alternan los trabajos encargados con los más comunes. Tal vez el más destacado miniaturista es el llamado Maestro de María de Borgoña, por un "Libro de Horas" que a ella perteneció (Biblioteca Nacional, Viena), activo en el último cuarto del siglo XV. Su sistema de decoración marginal que alcanza a buena parte del folio miniado, con motivos florales, animales u objetos situados como despegados sobre un fondo en el que se marca su sombra, tuvo un eco que no desaparece hasta que lo hace la miniatura. Pero también es capaz de crear obras conceptuales de gran complejidad, como la que inicia el mismo manuscrito, donde María de Borgoña está dos veces, dentro y fuera del cuadro. Gerard Horenbout es otro de los artistas más notables, así como el taller de los Bening, donde Alexander presenta perfiles aún poco definidos, pero su hijo Simón nos introduce ya en el Renacimiento. Todos estos últimos miniaturistas colaboran en la gran empresa del "Breviario Grimani" (Biblioteca Marciana, Venecia), canto de cisne del libro iluminado flamenco.Toda Europa, salvo Italia por otros motivos, se hace eco del cambio que arrincona la elegancia del internacional cortesano. Recepción y originalidad son distintas, según los lugares. En Francia, la tradición propia es muy fuerte, pero los contactos continuos a través de Borgoña y las zonas nórdicas, con lo flamenco, permiten una permeabilidad que es compatible con una personalidad propia. En Alemania se podría decir lo mismo. En la Península Ibérica la situación es de nuevo muy cambiante, siendo la Corona de Castilla la principal receptora.